Necesito del mar porque me enseña[i]

Delta

Una sensación de euforia contenida, y no exenta de expectación, es la que tenemos frente a los fondos NEXT GENERATION que, en forma de maná, estamos esperando a que se concreten para sacarnos del atolladero emocional en el que estamos actualmente.

La importancia económica, social y territorial que pueden tener va más allá de lo que imaginamos, son, creo, vitales para que abordemos un futuro ahora demasiado incierto.

Me preocupa que, si no se hace un uso estratégico en primer lugar, y si no se le da una continuidad a muy largo plazo, no sea más que otro error histórico, pero en este caso de dimensiones históricas. ¿Estará ahí un nuevo covid para recordárnoslo?

Somos un país que consume muchos productos del mar, de los que más en el mundo, pero a su vez somos extraordinariamente dependientes de las importaciones, ya que apenas si pescamos o producimos un 25%, tal vez un 30%, de lo que consumimos. Somos ineficientes y posiblemente poco competentes, siempre lo he creído. Esto hace que nuestra tasa de autosuficiencia acuícola sea muy baja y, lo que es peor, parece que nos importa poco.

Lo más curioso es que seguimos estando a la cabeza mundial en la producción de algunas especies, siendo competitivos en la producción de mejillón, por ejemplo, y al mismo tiempo tenemos una acuicultura en dificultad elevada como es el caso de la producción de dorada y lubina y lo mismo con la trucha a nivel continental. Además, se da en un contexto donde el valor es muy elevado, tanto por el conocimiento del que se dispone, como por el producto que se produce, y que no podemos olvidar forma parte de un sector agroalimentario nacional muy potente.

Este sector ha mostrado su importancia y la elevada dependencia que tiene nuestra economía durante el periodo covid. Es cierto que el sector acuícola ha quedado algo tocado por el efecto social y económico de la pandemia, en la que las prioridades alimentarias han sido otras. Aun así, me consta, por lo que fuentes bien fundamentadas me dicen, que también se han abierto oportunidades muy bien aprovechadas, aunque esto conlleve cierto oligopolio acuícola.

¿Cómo podría reconducirse esta situación?

Preguntado el sector productor indica, con vehemencia, que luchan contra un efecto contrario a la “igualdad de condiciones” en la que el terreno en el que compiten no está equilibrado, y que las reglas no son las mismas para toda la competencia, al tiempo que luchan contra una compleja gobernanza que lastra las decisiones de inversiones estratégicas. Seguramente es cierto pero también es verdad que de esa situación se aprovechan otros, y lo que vemos, actualmente en la acuicultura, especialmente mediterránea pero no en exclusiva, es que ya nada es lo que parece o lo condiciona.

Por lo tanto, parece que la competencia desigual y la lucha por el espacio público son determinantes. La competencia siempre existirá, caso contrario hablaríamos descaradamente de un delito, no podemos olvidar el modelo socioeconómico en el que habitamos y del que nos valemos, pero espacio sí que hay.

Como también disponemos de un elevado conocimiento integrado en una red de centros de investigación y tecnológicos que ya quisieran muchos otros países.

Esto nos hace ser unos privilegiados para atacar los retos que de verdad son y van a ser importantes, que de verdad van a marcar nuestro futuro, que, en definitiva, van a hacer posible un cambio bastante profundo en cómo abordamos estos retos y en cómo los solucionamos.

En el nuevo marco del Green Deal se incorpora un concepto que debemos tener muy en cuenta, es el de la “intensificación sostenible”, que la FAO ya ha descrito la forma de producir de manera más eficiente sin hacer énfasis en las ideologías.

La acuicultura se encuentra en ese terreno de juego en el que la alternativa para equilibrar la producción y la demanda está cerca de ser viable y eficiente. Por un lado, excepto tal vez en el proceso de comercialización y transformación, consume una cantidad de agua relativamente baja en comparación con otras alternativas proteicas, y más si sumamos tecnologías como la recirculación integrada con producción vegetal. El efecto directo es que puede contribuir significativamente en una reducción efectiva del consumo de carne, tal vez en estos momentos una tanto desproporcionado y con un efecto elevado en nuestra economía ambiental.

La acuicultura contribuye, mediante la producción de algas y moluscos, en un importante efecto sumidero de CO2, que es consecuencia del modo de vida que tenemos, siendo parte de la alternativa a los efectos actuales y futuros de lo que es EL GRAN RETO, el cambio climático.

También contribuye, la acuicultura, adecuándose a las nuevas necesidades territoriales y transformando los modelos productivos mas intensivos en modelo más respetuosos, pero sin caer en el error de buscar la sostenibilidad en lo local a cambio de importar insostenibilidad.

Estos cambios, esta transformación a la que estamos obligados por el contexto actual y que debe ser liderada de una forma coordinada e integradora, debe construirse sobre la piedra angular del efecto que el clima va a tener en nuestra supervivencia. Debemos asumir que lo que implica va más allá de lo que hoy apenas vislumbramos, y es así porque la estamos ante una necesidad climática tan urgente que no hay demasiado tiempo para pensar, sino que toca actuar. No hay tiempo.

Esta transformación, por lo tanto, debe sustentarse en las herramientas más potentes que tenemos ahora a nuestro alcance, como es la tecnología, la adecuación de los sistemas de producción acuícolas actuales y en la acuicultura de precisión. Esta transformación, que es viable, nos enfrenta a la realidad actual y que no es otra que la que somos un país deficitario en producción acuícola y pesquera, y que, aunque dispongamos de una industria potente, no debemos olvidar que no está exenta de ser señalada por su praxis, cautiva de su propio modelo.

La reorientación productiva, que algunos ya han iniciado, será esencial para avanzar. No bastará decir en las memorias de RSC que se es ambientalmente sostenible, será necesario explicar cómo se va a afrontar la transformación para que a los demás, integrados en todo el proceso, no les queda más remedio que seguir ese mismo proceso de intensificación de la producción acuícola de una forma sostenible e inteligente.

Es evidente que esto implicará confiar en los generadores de conocimiento, que es no sólo necesario sino esencial y abrazar la tecnología para ayudarnos en su implantación. Este abrazo tecnológico y lo que provoca en algunos ámbitos lo describe a la perfección Francesc Reguant en un artículo excelente cuando dice que “es una forma efectiva de contribuir en la lucha contra el cambio climático, contrariamente a la imagen errónea que se ha difundido en algún entorno ideológico”. Comparto sus palabras.

No haya otra opción que dedicar más recursos para hacer sostenible la acuicultura, no podemos seguir dependiendo de una manera tan exagerada de las importaciones, con el extraordinario coste de transporte que supone esta demanda, por muy sostenible que sea su captura o producción en otros lugares, generalmente no muy cercanos.

De lo que hablamos es de aprovechar y optimizar lo que tenemos en nuestro entorno inmediato sin comprometer el de los demás.

Por eso es tan importante dedicar más recursos a la acuicultura, para evitar externalizar el impacto de nuestro modelo productivo.

La ciencia, la generación de conocimiento, sin dogmas ideológicos, nos ayudará a mejorar los sistemas productivos, generando una bioeconomía de impacto que no ponga en riesgo la biodiversidad, que no implique el uso de recursos propios o de terceros de forma inconsciente, que nos haga replantearnos es uso de los espacios compartidos para otras actividades que ahora ahogan el crecimiento del sector acuícola.

Creo que todo esto va el apostar por una acuicultura sostenible en lo ambiental, en lo económico, en lo social y en lo ético. El mar nos enseña que, hecho así, es posible, y coincido con Pablo Neruda en que yo “necesito del mar porque me enseña”.


[i] El Mar. Pablo Neruda: https://www.neruda.uchile.cl/obra/obramemorial5.html

1 comentario en “Necesito del mar porque me enseña[i]

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