Crónicas mundanas de la COVID-19 (D35)

Lo de salir solo para hacer la compra, como que no me acostumbro.

Día 35 de semiconfinamiento Covid-19

Quien diga lo contrario yo creo que miente. No puede ser que este hábito que hemos adquirido, y que es el salir cada cuatro o cinco días, porque es necesario para adquirir suministros básicos, sea a lo que nos debemos acostumbrar.

Cada uno tenemos nuestros hábitos, no vamos a descubrir ahora que como consecuencia del confinamiento hemos empezado a desarrollar cosas que ya formaban parte de nuestra rutina. Los teníamos tan interiorizados que es posible que no fuésemos conscientes de su existencia, pero ahí estaban. Por lo que no es cuestión de echar la culpa de todo a esta situación.

Hay cosas que ya tenía que no he cambiado, o sí y no me he dado cuenta.

Me sigue gustando desayunar tranquilamente, con algo de fruta y dos cafés. Uno sirva para despertarme y el segundo lo disfruto con la parsimonia propia del día que empieza. ¿Qué ha cambiado? Que ahora lo alargo un poco más, bueno, tal vez algo más de un poco más.

Tenía por hábito, siempre que fuera factible, hacer algo de deporte que en mi caso era o bien una hora de rodillo en bicicleta o una salida dos o tres veces por semana. ¿Qué ha cambiado? Que ahora si no lo hago cada día me empiezo a comerme el tarro y no salgo de esta situación de no, no, no…

Me ayuda mucho escuchar música, revisitar mis clásicos o descubrir nuevos, pero para ello tengo que buscar el momento adecuado. ¿Qué ha cambiado? Que ahora todo momento es el momento adecuado, ansío perderme en compases y melodías, me dejo arrastrar por las músicas más variadas y no paro de buscar nuevas.

Leo compulsivamente. Si engancho algo que me atrapa lo devoro, lo retuerzo hasta exprimir la última gota de las páginas, si no me gusta, no pierdo tiempo, que sólo se leen cosas que te transporten. ¿Qué ha pasado? Que me cuesta una enormidad concentrarme y aunque me apasione lo que leo, no lo proceso, que mi mente se está volviendo perezosa, creo que la culpa la tienen las series.

Soy consumidor de prensa diaria. Voy como abeja de flor en flor buscando aquella que destila el néctar que más me gusta, pero sin dejar de picar en otras por si acaso y es que es necesario no ser un extremista de los sabores y los olores. ¿Qué ha pasado? Que no puedo cambiar del sabor que me ha atrapado, aunque se repita día tras día, con la monotonía y redundancia propia del día de la marmota. Pero es que fuera de ese sabor sólo hay desolación.

Yo no llamaba ni preguntaba, con frecuencia, a los que quiero por cómo están y qué tal va todo. ¿Qué ha pasado? Que ahora los llamo y les pregunto todos los días y lo necesito.

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