
La responsabilidad social corporativa (RSC) ha pasado de ser una herramienta que utilizaban las empresas para manifestar sus intenciones, con poco eco generalmente, y de forma un tanto naif, a un elemento esencial del cambio social que las empresas responsables están implementando. ¿Cómo? mediante inversiones responsables que incrementan la rentabilidad hasta un 25% (periodo 2014-2016), haciendo uso de fondos de inversión sociales que en el último año (2016) han representado 23 billones de dólares. Hacer el bien haciendo lo que haces como negocio, esta es la clave, o si no leer este artículo de hace un par días: «El poder empresarial que transformará la sociedad«
La RSC debe superar el test de la ciudadanía. El modelo de negocio que emerge del impacto social se mide mediante la transparencia y la absoluta legalidad. La legalidad que, en definitiva, proporciona una ciudadanía cada vez más informada, más consciente y más responsable.
La acuicultura no está exenta de RSC y del escrutinio de una sociedad ansiosa de saber qué come, cómo se produce y cómo impacta en el medio ambiente. La RSC es ahora una responsabilidad social, económica y ambiental y debe generar rentabilidad, porque de no ser así no se podría invertir en proyectos que apuestan por cambiar el mundo.
Proyectos como el que propone la startup Biotech Finless Foods que se ha propuesto producir peces sin cultivarlos, es decir sin cultivarlos en formato tradicional, no mediante la pesca, sino que quiere sustituir la acuicultura por la acuicultura celular.
Echaba a faltar esta aproximación, sobre todo después de anunciarse, hace unos años, la síntesis de proteína animal en placa, que no formalmente una hamburguesa de laboratorio, pero ya se sabe… Aunque desde un punto de vista tecnológico es una noticia atractiva y de un impacto considerable, como lo es la convergencia de tecnologías que está haciendo que cambien el mundo a la velocidad que actualmente lo está haciendo.
Dice Xavier Ferràs que la revolución digital tiene mucho más de revolución que de digital. Sin embargo, creo que la revolución azul que se está produciendo sí que tiene mucho más de acuicultura que de revolución propiamente dicha, por lo que no creo que, en breve, podamos reemplazar la capacidad productiva de esta actividad, que ya es de por sí un concepto «clean food & clean fish» por estas técnicas de cultivo celular ciertamente de vanguardia, aunque… si ya han empezado a creer en ello es muy posible que ya esté de camino.
El mensaje transmitido es muy potente y poco a poco empieza a calar en la sociedad desde una perspectiva científica y ambiental. Empezamos a entender que la tecnología no sólo es algo que nos «condena» (entiéndase el doble lenguaje) a tener una vida mejor, sino que ahora va a posibilitar que comamos, tal vez diferente, pero en definitiva que comamos.
Estas nuevas emergencias se están produciendo porque está empezando a introducirse el gen de las fuerzas fundamentales de la convergencia de tecnologías (X. Ferràs dixit) en el sector agroalimentario y especialmente en la acuicultura.
Creo que 2018 va a traernos grandes sorpresas.