La pesca del langostino en Yemen. Una colaboración de José Manuel Vergara para Historias acuícolas

21 Jmvergara.jpg

Cuando hace apenas un año que empezamos con esta aventura de “Historias acuícolas” no podíamos siquiera llegar a imaginar que íbamos a ser capaces de arrastrar a tant@s seguidor@s, cosa que sin duda agradecemos y nos llena de un gustillo inmenso, ¡que va! Pero todavía imaginábamos menos aún que alguien quisiera colaborar en nuestra locura, tal vez por puro placer, tal vez porque hemos sido capaces de despertar cierto gusanillo o tal vez sólo porque sí. Mira aquí que a José Manuel Vergara le ha dado por hacerlo y sea por la razón que fuere nos regala una tremenda lección de historia contemporánea, claro, pasada por el tamiz de la acuicultura. Gracias amigo. Venga, sin más os dejamos con esta maravillosa colaboración, os dejamos con…

LA PESCA DEL LANGOSTINO
EN YEMEN

(Una colaboración de José Manuel Vergara para Historias acuícolas)

Advertencia: Además del título, las únicas coincidencias de este historia con la novela del Paul Torday «La pesca del salmón en Yemen» (y posterior película con el mismo título de Lasse Hallström), son que ocurre en el mismo país y que la protagonizan científicos relacionados con peces, y que se ven involucrados en un proyecto en apariencia disparatado. La principal diferencia es que la presente historia es verídica, aunque no estoy muy seguro de que la de la novela no lo sea.

En 1991, el hijo de un diplomático de Marruecos en Las Palmas de Gran Canaria se puso en contacto con nuestro grupo de investigación para proponernos un proyecto de asesoría. En el despacho de su empresa, nos contó que su padre ocupaba ahora un nuevo destino en la Embajada de Marruecos en Yemen, y que el proyecto consistía en evaluar el potencial de este país para el desarrollo de la acuicultura. Nos explicó que el país, tradicionalmente dividido en dos: Yemen del Norte (fuertemente islamizado y organizado en tribus), y Yemen del Sur (hasta entonces bajo influencia soviética y relativamente occidentalizado), se había enzarzado en una guerra entre ambas partes a raíz del abandono del Sur por la Unión Soviética (básicamente el Norte estaba invadiendo al Sur). En 1986 se encontró petróleo en varias zonas del país, y varias multinacionales apoyadas por potencias occidentales habían conseguido parar la guerra y competían entre ellas por conseguir concesiones de perforación. Aquí es donde entraba el diplomático Marroquí, que asociado a compañías Saudíes pretendía hacerse con un contrato de explotación de petróleo. El gobierno Yemení quería a cambio, entre otras cosas, que se desarrollaran la pesca y la acuicultura del país.

Tras varios regateos conseguimos cerrar un acuerdo, y una compañera del grupo y yo nos embarcamos junto con éste hacia este país. Si bien en años recientes Yemen ha saltado a la actualidad como consecuencia del establecimiento en él de supuestas bases terroristas, por aquéllas fechas aún no había aparecido este fenómeno, pero a los viajeros occidentales se les prevenía de cierto riesgo de ser secuestrados si se internaban por el Norte. Sin embargo, el diplomático Marroquí (al que nunca conocimos personalmente), nos organizó bastante bien el viaje, incluido este detalle. 

El plan era recorrer todas las costas del país y centros de investigación que pudieran
proporcionarnos información relevante para el proyecto. Con este fin nos recibieron en el aeropuerto de
Sana’a un guardaespaldas y un intérprete, al volante de un todo terreno último modelo. El primero de ellos no se separaba de un maletín que, según nos contaron, contenía dinero local y americano, junto con un revólver. Además, disponía de documentos del Gobierno que nos deberían abrir todas las puertas. En varias ocasiones tuvimos oportunidad de comprobar la eficacia de estas herramientas, aunque algunas de ellas de forma intuida por la discreción con que siempre se usaron. El intérprete era natural del Sur, y había aprendido español durante su estancia en Cuba por estudios (financiado por la U.R.S.S.). Tardamos varios días en acostumbrarnos a un beduino que, ataviado con su chilaba reglamentaria, nos traducía nuestras gestiones en perfecto cubano.

En Sana’a, a más de 2.000 metros de altitud, nos cruzamos por sus calles en varias ocasiones con la comitiva del Secretario de Estado de Industria de EEUU, así como diversos altos ejecutivos de multinacionales del petróleo, que pululaban por allí en busca de concesiones de perforación. Nos llamó mucho la atención el que, a partir del mediodía, los hombres con los que nos cruzábamos tenían todos las mejillas abultadas, y nos explicaron que todos masticaban hojas de una planta a la que llaman “qat”. La idea es masticar las hojas, acumulando una gran bola de éstas en una mejilla. Los efectos reales del qat no son claros, aunque según nos dijeron actúa como un estimulante leve. A nosotros su aspecto nos hacía mucha gracia, pues nos recordaba a los hámsteres, aunque nos contaron que un embajador occidental que asistió a un partido de fútbol en la capital en sus primeros días de estancia, salió huyendo del país a pensar que una grave epidemia asolaba al país al observar que la totalidad de espectadores del estadio tenían un aspecto muy preocupante con sus mejillas inflamadas.

Nuestra visita se centró en visitar e identificar zonas costeras potencialmente idóneas para la acuicultura. Recorridas varias zonas, descartamos las correspondientes al noroeste del país, principalmente por carecer de infraestructuras tales como carreteras, comunicaciones, etc. Al llegar a la capital del antiguo Yemen del Sur, Adén, descubrimos con sorpresa que próximo a ella, en Little Adén, la Agencia de Cooperación Internacional del Japón – JICA había construido y equipado una hatchery muy completa para langostinos, y que se habían realizado en ella algunas experiencias preliminares de cultivo. Aunque las instalaciones estaban abandonadas, su estado de conservación era bastante aceptable. Seguro que los japoneses tuvieron buenas razones para realizar tal inversión, aunque no logramos averiguar los motivos de su abandono. Efectivamente, las pesquerías locales incluían varias especies de langostino (Penaeus indicus, P. semisulcatus), y no muy lejos de la hatchery encontramos unas inmensas salinas abandonadas (Farisi), a la entrada de una inmensa laguna costera (Kor Br Ahmad; 500Ha). Finalmente las piezas encajaban, y decidimos que el proyecto incluiría la hatchery, con las modificaciones correspondientes, así como la
transformación de las salinas en estanques para el engorde de los langostinos.

En Adén resaltaba la influencia comunista, que se podía apreciar en unas buenas infraestructuras de comunicación, edificios, y sobre todo, el aspecto occidental de sus habitantes. Nos sorprendió encontrar de repente una réplica exacta del Big Ben de Londres, aunque ligeramente más pequeña. El intérprete nos explicó que el propietario, a cuya mansión estaba la torre adosada, era un acaudalado vecino que había estudiado en Inglaterra en su juventud.

Finalmente, y como muestra de hospitalidad, el diplomático de Marruecos nos tenía reservada una sorpresa, una visita con avión privado a la Isla de Socotra, en el Mar Arábigo al suroeste del país. Por lo visto, la isla había sido utilizada por los soviéticos como base de submarinos, y el acceso a ella había estado muy restringida. Quedamos impresionados por su espectacular flora y fauna endémica, así como por la presencia en ella de refugiados de la vecina Somalia, que llegados en pateras, habitaban en cuevas en condiciones bastante precarias. Avisado por las autoridades de nuestra visita, un emocionado líder local nos recibió a pie de avión (pista de tierra, por supuesto) con escolta de todo el destacamento militar de la isla. Algunos detalles de esta visita, como las varias cajas de wiski que portaban para su visita los pilotos, así como de cómo se consiguió abrir el tren de aterrizaje a base de patadas desde una trampilla en el pasillo central del avión, le acabaron por dar cierto tinte peliculero.

De vuelta en casa, quedamos bastante satisfechos con el resultado del proyecto, y tras varias peripecias conseguimos cobrar por él casi lo acordado. Así que, aunque algo escépticos, creíamos en el proyecto, y conservábamos cierta ilusión de que en caso de que finalmente se desarrollara, tenía honestamente posibilidades de funcionar. Sin embargo, nunca tuvimos noticias de que así fuera, ni tampoco de que el petróleo encontrado en este país hubiera sacado de la miseria a sus habitantes (hasta la fecha).

PD.- No me digan que de aquí no podría salir una película mejor que la de la pesca del salmón.

¿Quién es José Manuel Vergara?

J.M.Vergara.jpgInteresado por la Biología Marina desde laLicenciatura en Biología por la Universidad de La Laguna en 1980, obtiene el grado de M.Sc. en Acuicultura en la Universidad de Stirling (Reino Unido) en 1987. Como profesor desde 1988 de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria adscrito al Departamento de Biología, imparte docencia en particular sobre Acuicultura Marina la Licenciatura en Ciencias del Mar, siendo cofundador en 1988 del Grupo de Investigación en Acuicultura, junto a personal del Instituto Canario de Ciencias Marinas (Gran Canaria), donde se ejecutan todos los proyectos de investigación en los que participa. En 1992 obtiene el grado de Ph.D. en Acuicultura en la Universidad de Stirling, título convalidado en España por el de Doctor en Ciencias del Mar en 1994. Obtiene por oposición la plaza de Profesor Titular de Universidad en 1995.

La actividad de investigación se ha desempeñado en diferentes líneas, siempre con el hilo conductor de la Nutrición de peces marinos (área de especialización de su Tesis Doctoral), incluyendo: Requerimientos nutricionales de varias especies de peces; Impacto ambiental y rendimiento de piscifactorías de jaulas marinas; Transferencia de tecnología de criaderos de peces marinos; y Adaptación de especies de peces marinos silvestres a su producción en granjas (dorada, lubina, pargo, seriola). El proyecto de instalación en 1994 de una granja piloto de jaulas para engorde de peces marinos en Gran Canaria, y los estudios dirigidos sobre su rendimiento e impacto ambiental dieron lugar, además de a resultados científicos, a su funcionamiento como un parque científico-tecnológico. Ha participado como Investigador Principal en 8 de los 26 proyectos de investigación en los que ha trabajado. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *