Que vienen los chinos

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Ilustración: The Monster Susón Aguilera

Dicen los de la embajada de Madrid
que está confirmado, que vendrán seis chinos con el agregado. Está previsto que
lleguen el martes. Vienen de visitar a todas las empresas del norte y que traen
mucha pasta. Que hablan poco inglés y que son muy cabezones

China había despertado. En apenas una decena de años se había puesto a la
cabecera de los países productores mundiales de acuicultura y ahora querían
más. China se les quedaba pequeña. ¿Una paradoja? No, la realidad.

El agregado de la embajada hizo las presentaciones. De entre todas las
personas de la delegación alguien debía mandar y ser el decisor, pensábamos, pero
daba la impresión que los seis hacían exactamente lo mismo y que por tanto
deberíamos descubrir si el poder de decisión iba a ser individual o colectivo.
Viendo como actuaban seguro que iba a ser muy complicado. El proceso de
decisión aparentemente nacía en el individuo, lo que no estaba claro era en cuál,
pero lo que era evidente es que debía converger en el grupo. Tras un tiempo de
desconcierto e incomprensión se decidieron a dirigirse, finalmente, a nosotros.

Cuando empezaron a hablar de millones se nos iluminaron los ojos. Cuando
entendimos que hablaban de toneladas se nos turbó la vista. Cuando dijeron que
qué iban a hacer ellos con esos peces tan pequeños nos descolocaron. Cuando
dijeron que el peso más pequeño que aceptaban era un kilo creímos que se
burlaban. Cuando se dieron la media vuelta para marchar nos dejaron atónitos.
¿Es eso una pedorreta?

Siete semanas atrás nos habían contactado de la embajada y nos preguntaron
si podíamos atender a una misión de negocios de empresarios chinos dedicados a
la acuicultura interesados en comprar varios millones de rodaballos. Dijimos
que sí, que por supuesto.

Cuando nos preguntaron si éramos capaces de producirlos… Dijimos que sí,
que por supuesto.

Cuando nos preguntaron si éramos capaces de enviarlos a China y que
llegasen vivos… Dijimos que no teníamos experiencia, pero que lo habíamos hecho
con otras especies y que con un par de pruebas podríamos ajustar el
procedimiento y garantizar el resultado, que con dos semanas bastaba y que como
faltaban siete para la visita.

Cuando nos preguntaron que si podíamos doblar el número de peces, ya que
interesaba mucho a los diferentes empresarios… Dijimos que había que hacer
cambios, modificar la programación, reordenar los stocks pero que si se firmaba
un contrato y se hacía un pago por adelantado, estábamos en condiciones.

¿Y triplicar?… También. Pero no, más no a no ser que construyamos una
planta nueva y que eso no se podía hacer en siete semanas por mucho que se
empeñasen los chinos. Que ellos, tal vez, pero que nosotros no. Seguro. ¿Seguro…?
Sí. Seguro.

Cuando nos preguntaron que si en siete semanas, a empezar desde el día que
se confirmase, podíamos enseñarles los millones que querían… Dijimos que
estarían pequeños pero que por millones no iba ser. Además teníamos previsto
iniciar un lote de producción y eso no iba a ser ningún problema.

¿Por qué nadie mencionó que los querían de kilo cuando nosotros éramos un
centro productor de alevines? Seguro que son cosas del idioma. 

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