La espaguetización de la lubina

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Ilustración: SchwaSon ChildLera (alter ego Susón Aguilera)

La culpa de que no seamos capaces de hacer lubinas sin malformaciones la tiene Schwarzschild. Este insigne personaje se empeñó en encontrar la solución exacta para el campo gravitacional que se le suponía a una estrella esférica y no rotante. Consiguiendo de esta forma establecer su radio, que no es otro que el que su nombre indica y que sirve para determinar la medida exacta del tamaño de un agujero negro, siempre que sea de simetría esférica y estática.

¿Para qué sirve el radio de Schwarzschild? Pues, entre otras cosas, que seguro que las tendrá, nos permite representar la capacidad que tiene la masa para causar curvatura en el espacio y el tiempo.

Como los agujeros negros son objetos supermasivos, pero muy pequeños, provocan dos efectos. El primero una tremenda atracción gravitacional irresistible que hace que no puedas escapar una vez caes en el influjo de su horizonte de sucesos, y la segunda es que te estira y estira a medida que te acercas de manera que quedas hecho un espagueti, haciendo que la distancia entre tu cabeza y tus pies, dependiendo de si te acercas de una u otra forma, sea cada vez mayor. Imagino que llegará un momento en el cual debe joder bastante. Lo imagino similar a los potros de torturas medievales en los que te iban estirando y estirando hasta que te desmembraban y confesabas, o confesabas antes e igualmente te desmembraban, que ya que estaban puestos para qué perder la oportunidad.

Lo que viene a ser un tanque de producción larvario.

Cierto, no es que sea esférico, no exactamente, pero la sección cilíndrica y la estaticidad vista desde arriba y a una distancia sustancial no se la quita nadie. Si además el lugar está a oscuras y debes estirarte casi hasta el desmembramiento para poder ver algo, lo dicho un auténtico potro de tortura en forma de agujero negro del que no escapa nada.

El radio de Schwarzschild es proporcional a su masa y se relaciona con la constante de gravitación universal de Newton y la velocidad de la luz en el vacío.

El radio de un tanque de cultivo larvario, no es directamente proporcional a su masa, ya que eso se relaciona con el diámetro. Pero si le ponemos altura, entonces sí que podemos decir que tiene una masa considerable ya que el volumen de agua que puede soportar es considerable, vamos que pesa de cojones.

La constante gravitacional universal de Newton se da, sin duda, primero porque cada tanque de producción larvaria es un universo, segundo por la gravedad del suceso y tercero por lo constante que es el fracaso productivo. Lo dicho, no hay duda que interviene.

Finalmente tenemos “c”, que es la velocidad de la luz en el vacío. Que viene a ser la misma a la que se mueven las larvas de lubina en el tanque. O que venga ahora alguien y me diga que ha sido capaz de seguir a la misma larva más allá de varios centímetros sin caerse al tanque.

Conociendo la masa y el radio del agujero negro y sabiendo a la distancia que nos encontramos, mediante el uso de la fórmula que lo relaciona con el radio de Schwarzschild, podemos saber que fuerzas soportará un cuerpo que se acerque a su horizonte de sucesos y cuánto tiempo permanecerá entero sin ser espaguetizado. O lo que es lo mismo, mejor no acercarse demasiado.

La masa de un tanque larvario estándar suele ser de, pongamos, unos diez mil kilos. Su radio del orden de metro y medio. La altura del tanque, alrededor de un metro. Una larva de treinta días pesa unos cinco miligramos. La larva de lubina vive dentro del horizonte de sucesos que es el agujero negro en forma de tanque de cultivo y, por lo tanto, está sometida a una diferencia de fuerzas entre su cabeza y su cola descomunales. Está continuamente luchando por arrastrar o contrarrestar el equivalente a un cuarto de su peso. Dependiendo de si sube o baja en la columna. Dependiendo de si se acerca al centro o va hacia la pared. Dependiendo de si baja hacia la pared o si sube desde el borde del fondo del tanque hacia el centro. ¿Qué se yo? Dependiendo de todo.

Como hemos dicho, los agujeros negros son objetos muy pequeños y a simple vista no los vemos, hay que acercarse mucho. Como nuestro ojo, con sus limitaciones espaciales, apenas si tiene una resolución de unos treinta centímetros a un kilómetro de distancia, debemos creernos que los agujeros negros existen, o acercarnos lo suficiente como para verlo pero que no nos afecte su marea gravitacional. Vamos a dejarlo ahí.

También nos pasa lo mismo cuando, como observadores, nos acercamos al tanque larvario para ver evolucionar las larvas de lubina. Nos acercamos tanto que acabamos tocando con la nariz en el agua, que es donde empieza su marea, no exactamente gravitacional, pero sí afectada por la gravedad, de las cosas.

Y es que cuando debemos acercarnos tanto es que el asunto es grave. Porque no las vemos, porque intuimos que están pero no las vemos y sobre todo, porque deseamos que el proceso de espaguetización se esté produciendo de forma adecuada. Esto es que las larvas sean sagitadas, alargadas y perfectamente bien conformadas de cabeza a cola.

En los tanques de cultivo larvario, pues, se dan todas las condiciones para que se produzca el proceso de espaguetización y que el efecto de la Luna y el Sol conjugados, junto con la constante newtoniana, más el efecto de la marea gravitacional que viene dado por el radio de Schwarzschild de su horizonte de sucesos, la frontera más allá de la que ni siquiera la luz puede escapar, haga que tengamos unas larvas perfectas y preciosas.

Pues no es así, más de la mitad presentan fusión vertebral. Son cortas y rechonchas y con forma de bola.

La culpa de que no seamos capaces de hacer lubinas sin malformaciones la tiene la Schwarzschild, porque no tiene ni puta idea de lo que habla.

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