
El Sol, la Luna, el Sol, la Luna, el Sol, la Luna, el Sol y…
… a la cuarta Luna se obró el milagro reproductor.
La glándula pineal ya no podía aguantar más. Empezó a segregar melatonina a lo loco, dejándose llevar por esa carga de acervo genético imparable. Un chute hormonal desproporcionado llegó a los diferentes rincones del cerebro. Uno de esos rincones es especial. Allí, en la hipófisis, se procesó la señal de inmediato y las gónadas explotaron. ¡Tremendo revolcón!
Cuatro horas después se producía la primera división celular.
Dando comienzo el origami celular que acabará conformando un nuevo ser… un pez.
Nota: Con esta fruslería participamos este año en el concurso INSPIRACIENCIA 2017. Menos es más.