Categoría “ppp”

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Ilustración: So, so… Susón Aguilera

La naturaleza, que es infinitamente
sabia, ha determinado que existan cosas de diferente forma y tamaño que en sí
no son más que variaciones de lo mismo. ¿Acaso pensamos que por el hecho que
entre los humanos haya personas de dos metros y otras de metro cincuenta haya
que sacrificar unas u otras? ¿Acaso es mejor alguien que pesa cien kilos que
una que apenas llegue a los cuarenta? ¿Supone algún perjuicio tener un
perímetro craneal superior a la media? Y quien dice craneal, dice pectoral,
anchura de caderas, grosor de muslos, color de piel, largura del cabello, color
de ojos o presencia o ausencia de pelos en los sobacos.



La naturaleza nos engaña y lo
demuestra generando una categoría de peces que es la tortura de los
acuicultores, son los que pertenecen a la categoría “ppp”. Estos individuos
presentan una característica y es su apego a ser siempre iguales y con iguales
queremos decir precisamente eso, que siempre son iguales.


El éxito de la producción y su máxima
eficiencia se consigue cuando se hace avanzar a la población dentro de una
curva gaussiana que viene a representar, ojalá, al noventa por ciento.
¡Ja y ja! Esto no pasa nunca. 

Menos mal que podemos clasificar a los
peces y seleccionarlos gracias a un invento de nuestro apreciado Ripley. A este
singular personaje, después de hacerle la vaca varias veces ya que no entendía
el concepto humillatorio que implicaba o tal vez porque en el fondo debía
gustarle llevar los genitales de colores, acabamos cogiéndole cariño y le
encargamos la fabricación de un sistema de cribado artesanal.


Imaginación tenía el muchacho, basta
con releer “La conquista del espacio”. De modo que a una estructura cuadrangular de
medio metro por medio metro, le añadió un armazón que soportaba unas barras
longitudinales de igual amplitud a lo ancho de toda su largura. Esto hacía que
los peces que eran introducidos en el artefacto si presentaban un tamaño
superior a la distancia de las barras, quedasen atrapados en la parte superior y
si por el contrario no era así y no alcanzaran el mínimo pasaran
fácilmente. A los primeros se les denominaba
“q” y a los segundos “p”. Puesto que este concepto presenta una extrema
complejidad lo explicaremos con mayor claridad, los “q” quedan y los “p” pasan.


Esta es la primera selección a la que
se someten los peces criados y que pretende evitar la mala hostia que se gastan los “q” con
respecto a los “p” y que no es otra que les gusta zampárselos. En la naturaleza
pase, pero en el criadero ni locos.


Cuando tras un mes, más o menos, se
los vuelve a someter a la misma operación tenemos como resultado que de los “q”
se generarán los “qq” y los “qp”. Los primeros ya apuntan a superdotados aunque
tampoco es que nos gusten demasiado ya que tienden a alargar la prolongación derecha de
la gaussiana y eso no es bueno. Guardamos los “qp”.


Respecto a los “p” obtendremos los
“pq” y los “pp”. Los primeros son los que queremos ya que han hecho bien los
deberes y en un empujoncito se han empatado con los “qp” constituyendo de esta
forma la gran categoría de los “qpq” ¿Qué por qué? Pues porque son los
mejores, cojones, que tampoco hay que ser tan listo.


Sin embargo los “pp” empiezan a
mostrarse rebeldes y desconsiderados. Nos miran mal y se vuelven esquivos y
huidizos. Son de mal comer y de crecer frágil y quebradizo. Como no está todo
perdido los ponemos aparte y los mimamos. Un poco más de temperatura, pienso de
mejor calidad, un par de limpiezas adicionales, dos o tres tomas extras, un
bañito reconfortante de formol para ayudarles con el apetito. Vamos, vamos.


Como bien puede ver el avezado lector
el proceso tiende a su extrema complicación cuando pasado un mes, y antes de su
envió al lugar definitivo para su engorde, se hace necesario un repaso para
dejarlos en condiciones. Esto es, una nueva clasificación. Bien, teníamos los
famosos “qq”, los abusones del crecimiento, los que siempre quieren dar la
nota, los que por joder no saben qué hacer. Así que tras un trasteo en la
criba nos quedan los “qqq”  o sea los que
no “quieren
quedarse quietos
”. Lamentablemente este dos o tres por ciento de
elementos indeseables que sólo hacer que crecer y dejar en evidencia nuestra
incompetencia, ya que nos gustaría que todos fuese así, son eliminados antes
que nadie se dé cuenta de que existen y pasan a ser una quimera.


Los “qqp” pasan a ser considerados la
punta de lanza, la vanguardia productiva, la creme de la creme, son los
adelantados que alcanzan a la generación anterior y que al verlos les dicen «que
qué pasa
”. Glups, mejor lo dejamos para luego.


Estábamos con la generación “qpq”. Esa
maravilla de la uniformidad que hace que un lote avance colegiadamente, permita
incrementar la eficiencia productiva y genere una población de selectos
individuos destinados a las más altas cotas de gestión productiva. Sí, pero…
“qpqq” son un subproducto destinado a congeniar con los “qqp” conformando de
esta manera el escuadrón “qpqp” que al ser vistos por cualquier engordador
suelen recibir la doble exclamación admirativa “¡Qué peces, qué peces!”. Esta
maravilla es la que se enseña y al justo momento se dice, ah, se siente mucho
pero es que ya han sido adquiridos por Fulanito, si te hubieses avanzado y
pagado por adelantado… Si por casualidad, sucediera una, digamos, hipotética
réplica del tipo «yo te pago el doble”, de inmediato y haciendo uso de una
profesionalidad exquisita diríamos “tuyos”.


Por el camino nos encontramos con los
“qpqp” (que no se deben confundir con los “qpqp” conjunción de los “qpqq +
qqp”), sino que son los hermanos menores de los “qpq” tras el cribado. No dan
problema alguno ya que suelen conformar cerca del setenta por ciento de la
población y son “el estándar” 0 sea los que dan respuesta a la pregunta tan
habitual del “¿qué peces queréis? Más o menos todos.


Y sí, finalmente llegamos a ese terrible
momento, momento en el cual los “pp” deben ser procesados. Como es de esperar
de su cribado obtendremos los “ppq”, extraños peces que tienen una
extraordinaria similitud con los “qqp” de la generación posterior y que es
verse, oye, y se produce un flechazo de tal intensidad que no hay quien los
separe.



Y como no hay dos sin tres y siempre
hay quien tiene que tocar los cojones, nos aparecen los “ppp”. Estos son los
que están poseídos por el síndrome de Peter Pan y que han tomado la decisión de no crecer y por ese
motivo, con todo el cariño del mundo, los denominamos “
putos peces pequeños
quedando así explicado el acrónimo de su categoría.
No future.




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