Bacterias votantes

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Ilustración: Susón Aguilera «El Profesor Bacteriano»

Somos más bacterias que humanos. No es ninguna tontería ya que por cada gen humano hay más de cien bacterianos. Aproximadamente (depende lo aseado que uno sea, o no) las bacterias que pululan por toda nuestra escultural naturaleza pueden llegar a representar hasta el 5% de nuestro peso corporal. Vamos que llevamos unas lorzas bacterianas equivalentes a unos 2 ó 3 kilitos. Justo esos que decimos que siempre nos sobran. Ah, pero no podemos vivir sin ellas y eso que apenas si nos conocemos. Estamos condenados a esta eterna fusión para poder mantener algo que, todavía hoy en día, consideramos importante, la vida.

En los peces pasa lo mismo.

¡A buenas horas nos volvemos a meter en un proyecto de esta magnitud! Dijo Inma desesperada después de casi mes y medio sembrando a diario placas y más placas de Petri con agua procedente de casi todos los puntos inimaginables de la planta. ¡Esto es una locura! Sinceramente espero se sirva para algo.

Era evidente que era una aseveración sincera pero no exenta de pesimismo y con un cierto hastío que hacía difícil concentrase día tras día y todavía faltaba un año por delante.

Todo un año.

Llevábamos, “solo” seis semanas recogiendo muestras de veinticinco puntos críticos de la instalación para diluir hasta… uf, esto es seis diluciones sucesivas de cada muestra para poder sembrar en MA, TCBS y MB y todo porque queríamos conocer cuál era la biota de nuestra instalación, mejor dicho, en realidad lo quería saber el equipo de investigadores de la Universidad de Allende los Mares que nos convenció del hecho que sabiendo dónde estábamos (en cuanto a biota, claro) seríamos capaces de controlar todo nuestro proceso productivo y saber a dónde ir, vamos el clásico de dónde vengo y adónde voy, pero sin excesivas elucubraciones místicas, más bien a golpe de siembra.

No es que no nos guste la microbiología, al contrario, de hecho creo que es algo con lo que casi todos los biólogos disfrutamos, por varias razones. La principal, ser capaces de extraer, de la nada, millones de organismos que sin saber lo que son asociamos a algo tremendo y horrible. El hecho de que apenas conozcamos un 1% de todo lo que existe da mucho morbo.

¡Ajá, te encontré!

En segundo lugar, por si acaso encontramos que hay mucho, y siempre hay mucho, pero que mucho mucho, nos puede servir para justificar casi cualquier cosa.

¡Claro! Cómo no se van a morir esas larvas con lo que ahí había. Mira la gráfica, buah. Ves como sube. Y Ahora has visto como baja allí, ajá, pues ahí está la explicación.

También nos seduce el nombre del organismo, mejor cuanto más difícil, mejor si nunca ha sido pronunciado, mejor si lo descubrimos por primera vez, mejor si le ponemos nuestro propio nombre, mejor si nos perpetuamos con él… aunque no sepamos por qué. Pero en el fondo sí, queremos ser Pasteur o Koch.

Me quedo con el Scophtaldicentrarusmitae aguilerensis.

Y cómo no, saber que si además mata, pero mata de verdad, es ya la hostia (con “h” que no hablamos de darlas a diestro y siniestro, aunque ahora dudo de la expresión ya que es la hostia pero sin duda da unas buenas ostias).

Por lo tanto si nos encontramos ante a) lo encontramos, b) hay millones, c) que nombre tan guay y d) joder, cómo mata, tenemos una extraordinaria arma de protección masiva. Ustedes ya me entienden.

Por este motivo y tal vez alguno otro desconocido decidimos apoyar la propuesta y ponernos a trabajar como locos en la caracterización de toda la microbiota asociada al flujo de agua de la instalación, como si de una extensión de nuestro propio cuerpo se tratase. “A mari usque ad mare” que dirían los eruditos, pero en este caso real ya que empezábamos en el agua que captábamos directamente del mar, a lo bruto, y acabábamos con que vertíamos al mar después de todos y cada uno de los procesos intermedios. Aquí ya no a lo bruto, ni mucho menos. Tratada y bien tratada. Efectivamente del mar al mar.

Por qué no decirlo, estábamos un tanto jodidos con tanta muestra, tanto tubo, tanta dilución, tanta siembra, tanto conteo, tanto aislamiento, tanta conservación de organismos y tanto envío a la Universidad de Allende los Mares… y ¿para qué? Pues para saber sin lugar a dudas que el valor de los votos de los microorganismos en cuanto a la mayoría que representan es lo más antidemocrático que se pueda haber visto nunca. Las bacterias votantes son de lo más peligroso e incontrolable que existe. Y es que pocos mandan mucho y muchos por lo general mandan poco. Pero los pocos y los muchos deben estar en equilibrio y tanto es así que un poco menos de los muchos hace que los pocos sean de repente muchos y todo deja de tener sentido.

A los microbios les encanta jugar al “ying-yang”.

El norte se vuelve sur, el blanco pasa a ser negro, la verdad resulta falsa y lo que tú creías saber pasa a ser un misterio profundo del que nunca más saldrás, al menos con vida. Vamos lo que se dice un caos puro. Cosas del universo.

A continuación un resumen de extraordinario valor científico sobre lo que aprendimos. Ojo, que esto es resultado de muchos meses de trabajo y concienzudas y serias reuniones con prestigiosos microbiólogos. El conocimiento que aquí se despliega ha estado guardado por años y años, así que ponemos esta primicia en manos de la comunidad y la hacemos extensiva a toda la sociedad, siendo conscientes de la repercusión que para futuras generaciones podría tener y no sólo en el campo de la acuicultura.

Ya sabemos que la microbiota tiene una extraordinaria importancia en el desarrollo del sistema inmunitario, que es capaz de hacer cosas increíbles como inhibir a multitud de patógenos y prevenir infecciones, que tiene un papel primordial en la infancia (hay que dejar que los niños se harten de tierra en el parque) y la vejez (si no se quieren bañar, no pasa nada). Gracias a nuestras aportaciones se podrá ver, en un futuro, que la depresión, la esquizofrenia y el autismo no son más que un desequilibrio debido a que estos bichitos están algo cachondos. Pero es que somos de un desprendido.

Pero como somos así de desprendidos y carecemos de apego a lo monetario (ejem) procederemos a listar lo existencialmente esencial, lo que aprendimos y ahora compartimos. Esto tiene su relevancia, su profundidad y su importancia, así que tal vez sean necesarias varias lecturas para llegar a ser capaces de extraer el beneficioso compendio de conocimiento. Tómense su tiempo.

  • Hoy si, mañana no
  • Lo que en verano importa deja de serlo en invierno
  • Cambia el agua y cambiará tu suerte…o tu mala suerte
  • A veces lo mucho es poco y lo poco mucho
  • Parece esto pero puede ser lo otro
  • Abre la ventana que el aire está muy rancio
  • ¡Uy, la mala hostia que tiene!
  • ¿Seguro que no estornudaste?
  • Mira bien, mira bien que seguro que lo has dejado en algún sitio
  • ¡Lávate las manos!
  • Ya me ha jodido el conteo
  • ¿Por cuánto multiplico?

Estas simpares reflexiones de conocimiento concentrado nos han permitido extraer esta suerte de corolario final que revolucionará el conocimiento actual del mundo microbiano, que hará que las futuras generaciones se replanteen los conceptos de vida o muerte, que posibilitará redefinir la humanidad, que…

“Chisst ¡paaara! que esto va de peces”.

Perdón, sigamos:

  • Lo que no te mata te hace fuerte, porque engordar poco engorda
  • Lo que te hace fuerte mañana te mata
  • Lo que te mata, pues te mata, claro
  • Tras la muerte, no hay vida, salvo la de los microbios claro que siempre ganan por mayoría

Manolo, el responsable del área de los alevines, no era microbiólogo, pero en sus más de 30 años de experiencia al cargo de los peces había desarrollado un sentido practicista que rayaba en la clarividencia: “Dejad esas químicas y darles de comer bien”. Resultaba evidente que tal vez lo matase o no, pero lo que sin duda alguna no iba a hacer era engordarlos, así que…

…una lección de humildad y un gran desafío.

“Votad, votad malditas”.

Agradecimientos: A Juan y al otro Juan (veinteponas), a Enric, a Isabel (varias veces, pesada), a Rosa, a Miguel, a Héctor, a Luis y a Yolanda por participar en el concurso «Acierta el título». Cachís, la próxima vez.

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