Mi primera vez

05 Primera+vez.jpg
Ilustración: Susón Aguilera

El Mediterráneo hervía,
era mitad de los años noventa y nuevas empresas acuícolas surgían por doquier.
Era una locura. Especialmente en Grecia.



Para el departamento de producción,
una bendición, ya que casi el cincuenta por ciento se exportaba y nos pedían peces
pequeños, de medio a un gramo como mucho. Las condiciones de las costas griegas
posibilitaban trabajar con estos tamaños con total tranquilidad. Para el equipo
de transporte una verdadera tortura. De promedio más de medio millón por camión
y una semana de duración. En el mejor de los casos un noventa por ciento de
supervivencia, aunque fueron muchos los casos de mortandades masivas, de
camiones totalmente perdidos. Había que mejorar, ya que seguían pidiéndonos
alevines y teníamos fama de ser los mejores, tanto en la calidad de lo que
producíamos como en la seguridad de nuestros transportes. Resultaba evidente
que necesitábamos conocer qué pasaba para proponer soluciones.



Todos los camiones estaban
ocupados, bien viajando dentro el país, bien a las islas, bien a otros lugares.
Por eso decidimos contratar a Le Courboussier, una empresa bretona con
prestigio y una buena flota, moderna y bien preparada. Su llegada a nuestra
instalación, el día convenido, fue espectacular, llevándose por delante el
cartel de anuncio de bienvenidos a la granja. No lo vieron, como tampoco vieron
los dos estanques con agua preparados para el cargue y que había justo al lado
del sitio habilitado para el aparcamiento. Se diría que venían discutiendo. Eso
sólo era el principio.


Los dos chóferes, algo así
como el gordo y el flaco, sólo que este flaco le sacaba más de una cabeza al
gordo, eran las antípodas uno del otro, no sólo físicamente, también en su
carácter y en la forma de comportarse y proceder. Excepto por una curiosa
coincidencia doble. La primera era que ambos calzaban unos zuecos de suela de
madera y piel de cabritillo, que en esa época debía de causar furor entre todos
los chóferes de Europa ya que vi que eran de uso generalizado. ¿Tal vez por su
ergonomía? No llegué a saberlo.


Sigue en…


HISTORIAS ACUÍCOLAS Versión Kindle


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *