La infancia de la almeja

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Ilustración: Jesús Aguilera

¿Pueden sobrevivir las
semillas de almeja y ostra en vuelos comerciales? Aunque no lo parezca, ésta, es
una pregunta habitual si nos remontamos a finales de los 80. Éramos muy
curiosos, éramos inocentes, tal vez incluso naif. No es una barbaridad, es que
era una incógnita real vinculada al general desconocimiento que de casi todo
existía, y existía mucho desconocimiento. ¿Tanto como para llevar en el bolsillo
unas cuantas semillas de almeja y ostra y observar si podían aguantar los
cambios de presión en un vuelo comercial?, pues sí. Ya, seguramente os preguntaréis
si es que los aviones de esa época no se encontraban presurizados, pero ¿acaso
no hemos dicho que lo desconocíamos casi todo? Además, no había una internet
donde consultar y obtener de manera casi inmediata que “la presurización de la cabina se basa en la creación de un ambiente
artificial dentro del avión, que se conoce como altitud de cabina, y que viene a simular la presión atmosférica
existente a unos 7.000 pies
”. ¿Acaso era fácil disponer de un manual de
asistencia de vuelo? No, no se nos ocurrió llamar a Iberia o a la escuela de
pilotos.

7:00 a.m., unos 50 g. de
almejas y otros tantos de ostra de 10 a 15 mm estaban tranquilamente en el
criadero, en una malla de 10 mm con agua de calidad y a temperatura ambiente,
no más allá de 8ºC. Fresca. Después de quitarles el agua extra, con mucho
cariño, las pasamos a una bolsita hermética y directamente al bolsillo de la
americana, para evitar humedades, más que otra cosa.

8:30 a.m., llegamos al
aeropuerto, entonces no hacía falta tanto tiempo previo, no había que pasar
tantos controles, si hasta dejaban que llevásemos líquidos en abundancia, así
que dos bolsitas de bivalvos en la americana no eran nada, a nadie llamaba la
atención, ahora no recuerdo pero creo que todavía se podía fumar en los
aviones.

9:30 a.m., dentro del
avión, acomodados, las azafatas (todavía no eran auxiliares de vuelo) indican
el procedimiento, tocamos con cuidado el bolsillo de nuestra americana para
comprobar que nuestros compañeros estén bien colocados y echamos un vistazo
previo para ver que todo está tal y como esperamos, frescas, relucientes, a
temperatura corporal, las gotitas de agua empiezan a condensarse en las bolsas,
bien, esto debe ser bueno, claro.

10:00 a.m., se inicia el
despegue, notamos la tracción del avión e inmediatamente el cosquilleo de la
elevación, echamos mano al bolsillo, no, no notamos que protesten. Se alcanza
la altura de crucero y todo parece normal. Pasan unos minutos y ya nos están
ofreciendo café y pastas y hasta algún que otro bocadillo, y eso que el vuelo
duraba una hora y treinta minutos, ¡ay! que trato entonces, casi nos olvidamos
que lo importante era otra cosa.

10:45 a.m., alrededor de
35.000 pies (algo más de 11.000 mts), algunas turbulencias ligeras seguidas de
lo que se conoce como “light chop”, esos saltitos que nos alertan pero sin
llegar a inquietar, pero que son lo suficientemente llamativos como para pensar
en nuestros compañeros de bolsillo, nada, todo controlado, tal vez una mayor
condensación en las bolsas, normal, la temperatura del avión es tal vez elevada
y hasta se diría que hace un poco de calor. El comandante alerta que tal vez en
los próximos quince minutos se produzcan turbulencias severas, que nos pongamos
el cinturón, ¿tal vez dijera apaguen los cigarrillos? Qué gran momento, hasta
con turbulencias, claro que iba a ser un gran banco de pruebas.

11:35 a.m., el avión llega
puntual y toma tierra sin contratiempos. Notamos que nuestro corazón se
acelera, estamos a punto de culminar el reto y lo más importante en breve
sabremos si todo ha salido como esperábamos. Salida del avión con normalidad,
no hay maletas, todo va rápido. Un último vistazo a las bolsitas, no se ve
nada, todo está empañado, si, tal vez hacía más calor de lo que imaginábamos,
bueno, mejor, más variables en el ensayo.

12:30 p.m., hemos llegado a
la nave industrial, está cerca del aeropuerto, apenas a 15 minutos en coche,
donde está la cetárea con la que trabajamos, nos ha preparado un pequeño
acuario con agua de mar que hasta tiene arena en el fondo para observar, caso
que así sea, si las almejas se entierran, ya que las ostras no gustan mucho de
eso, más bien son de pegarse a algo, para ello, una bolsita de malla hará las
funciones. ¿Qué tal todo? Bien, bien, algo de turbulencias, si, si, ya se sabe,
esta ruta, siempre, no sé por qué pero en cuanto… Oye, vamos que a las 15:00
cojo el avión de vuelta.

13:30 p.m., que gran
satisfacción, casi todas la almejas se han enterrado, no salimos de nuestro
asombro, apenas quedan unas pocas en superficie, y las ostras están con las
valvas a medio abrir, fantástico. Un éxito absoluto, no hay problema las
semillas se pueden enviar por avión.

15:30 p.m., esperando a
tomar el avión de vuelta tengo la sensación de haber hecho algo grandioso.

Por cierto, con los años he
podido ver que no fuimos los únicos a los que se les ocurrió esta idea, ni
mucho menos, así que aquellos que pretendan…

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