Crónicas mundanas del COVID-19 (D9)

Esta noche ha llovido como si no hubiera un mañana. ¿Una mano que nos echa la Naturaleza para limpiar nuestras conciencias? No, es un efecto climático asociado al hecho que nos encontramos al inicio de la primavera. Tampoco hay que volverse locos.

Día 9 de confinamiento Covid-19

Las relaciones humanas están cambiando. Creo que es evidente. Todo importa, hasta los pequeños detalles que antes eran insignificantes y que los ignorábamos con indicios de autosuficiencia.

Hemos puesto en marcha un nuevo modelo de entender el trabajo. Creo que me voy a permitir el lujo de definirlo como transhumanismo emocional, aunque efectivamente esté basado en el uso de la tecnología. Este nuevo modelo incluye llamadas de colegas y a colegas del trabajo de los que queremos saber, de los que quieren saber de nosotros. Son de verdad, no hay falsedad, no veo otra cosa que necesidad.

Creo que este modelo transhumano no será consecuencia de la ingeniería genética, no de la eugenesia aplicada a las leyes biológicas, no tendrá que ver con la nanotecnología y la capacidad de expandir nuestro cerebro mediante el uso de dispositivos. Quiero creer que será consecuencia de la redefinición de la condición esencial que nos hace humanos, la necesidad de comunicarnos, de ser escuchados, de interactuar y compartir nuestros sentimientos mediante el habla, o la escritura, como es mi caso.

Queremos saber cómo se encuentran, qué tal llevan la situación y lo que es más importante si pueden, si podemos, hacer algo por ayudarnos. No hace falta mucho tiempo, las conversaciones no duran más de cinco minutos, pero son de una intensidad tremenda. Un minuto es suficiente para ver el estado emocional. ¡Venga, ánimo! suele ser una frase habitual dentro de ese minuto.

Los otros tres o cuatro versan sobre las actividades laborales y cómo las desarrollamos. Lo cierto es que después de estas breves conversaciones de café, como esas que forman parte de la  intrínseca relación laboral, te sientes mejor.

Oigo de fondo, suave y sin estridencias, una música. Es bachata, creo. No es de mis favoritas. A mi vecina de enfrente le encanta. Habitualmente estridente, hoy  suena tan suave y moderada que hasta la sigo con interés, dejándome llevar durante varios segundos. Menos mal que ha sido contraprogramado por la iniciativa de La Ràpita haciendo sonar «Amparito Roca» desde la FM local.

Sigue lloviendo como si el mundo fuera a acabarse. Pero no, esto no sucederá, es que es primavera.

Finalmente unos rayitos de sol, como no se habían visto en años, nos iluminan.

6 comentarios en “Crónicas mundanas del COVID-19 (D9)

  1. amigo cristobal, tengo estos dias la misma sensación. Llamamos a amigos y colegas PORQUESI, simplemente para que sepan que estamos ahí y sentirlos un poco cerca, todo el rato acabamos dandonos animo y emplazandonos a una cerveza "cuando todo haya acabado"…
    Me pasa mas aún con mis propios padres. mayores, pero siempre han estado fuertes, llenos de vida, intensos… con esto del whatsapp nuestros contactos llevan mucho tiempo siendo diarios y cotidinanos, apenas hablabamos "por telefono de voz" un rato a la semana, cada diez dias… para todos era muy normal hacerlo asi. estos dias es al contrario, les quiero VER y OIR para estar seguro que estan comodos y no necesitan nada. a mas de 1000 km de distancia poco puedo hacer en la inmediatez, pero necesito mas que nunca que me vean y se sientan seguros. quizas sea eso, seguramente queremos sentirnos seguros y que otros tambien lo estén, y por eso nos buscamos… o quizas es que hemos estado demasiado tiempo todos buscandonos un poquito menos cada dia… y por eso, como al final la cabra tira al monte, es en el monte donde se encuentran las cabras. me gusta que seamos mas cabras.

  2. Es verdad, tenemos no tengo la necesidad de llamar, de saber de, quiero que todos estén bien, por desgracia para nuestros mayores es un palo muy duro, no poder disfrutar de sus hijos, nietos, y ahí entra la llamada que comentabas, esos 5 minutos que te llenan de optimismo y tú quieres llenar a los demás.
    Necesito vuestra llamada diaria.
    Gracias hermano por tus reflexiones.
    Te quiero
    Suson.

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